La playa solo para ti y tus amigos, el mar resplandeciente, las olas rompiendo en silencio y los primeros rayos del sol acariciando tu piel…

Una experiencia inolvidable.

Solo hay un momento crucial, ese en el que decides salir de la cama mientras todo el mundo duerme aún. ¡Ya ha pasado lo peor! Después todo será una sucesión de pequeños placeres: tras un café calentito para acabar de despertarte, ponte el traje de neopreno, agarra la tabla y la toalla y a disfrutar del frescor tonificante de la mañana mientras te diriges a la playa. Tus amigos ya están allí. Están todos menos uno, el de siempre, que no ha conseguido salir de la cama. ¡No sabe lo que se pierde!

En las primeras horas del día, el océano muestra sus reflejos tornasolados a unos pocos privilegiados. Antes de adentrarte en esa masa misteriosa, bañada por el suave resplandor de la luna y del alba incipiente, dedícate un momento de silencio y observación sobre la arena fresca, arrullado por el rumor de las olas.

¡Al agua patos! El océano es vuestro. De regreso a tierra firme, el sol se asoma y los primeros rayos acarician deliciosamente la piel. La playa es vuestra, solo vuestra. Ante vosotros se abre un nuevo día en las Landas.