En la estación de Sabres súbete a bordo de una locomotora centenaria y bájate, diez minutos después, en el andén de Marquèze. En medio del bosque, en un «airial» de 25 hectáreas resurge una civilización entera: casas tradicionales, granjas, campos y animales domésticos, un molino, un horno de pan, un aprisco, muebles y herramientas antiguas… Bienvenidos a la landa rural del siglo XIX con sus costumbres, su sabiduría y su ambiente bucólico.