A esta bastida de una sola calle se entra por un antigua puerta fortificada que recuerda falsamente a un campanario toscano, con su matacán y su cadalso de madera que alberga las campanas de la iglesia de Saint-Martin, la cual está separada del campanario. Un poco más adelante, la capilla Saint-Blaise del siglo XII, justo al lado del Château d’Aon, una casa fortificada del siglo XIII de aspecto imponente y severo, convertida hoy en alojamiento, restaurante y lugar de eventos.  Esta se erige frente al Grand Étang, un lago en cuyas orillas descansan un molino del siglo XIV, una pesquería y un puente, construido en el siglo XV con sillería, al más puro estilo romano. Tres rutas de senderismo, con salida y llegada a la plaza del pueblo, permiten descubrir los alrededores.